16 jul 2010

sin titulo 1 :B

“Si tan solo asumiéramos lo insignificantes que somos
todo sería completamente distinto”



-Fernanda, cariño, ¿puedes ir al supermercado a comprar leche y pan?
-¡No, que vaya Paula! , ¡Yo ya fui ayer al super!-respondió Fernanda a la invitación poco grata de su madre.
-Si, tienes razón, ¡Paula!-grito María para el segundo piso- ¡baja!
Los rápidos pasos de Paula bajando la escalera se sintieron de repente y en menos de 10 saltos, Paula yacía en el comienzo de la escalera con una sonrisa de oreja a oreja.-¿si mami?-pregunto ella con tono alegre y juguetón. -Amor, acompaña a tu hermana al supermercado, no quiere ir sola.
-¡No es que no quiero ir sola!, ¡simplemente no quiero, fui ayer!
-¡aunque vayas todos los días!-respondió su madre como jugando con sus quejas sin argumento.-vamos cariño, son solo 3 cuadras, te prometo que a la vuelta te tendré una pequeña sorpresita- casi susurrando y con una mano n la boca para que no escuchara ni su padre ni su hermana dijo- ¡pie de limón!, ¿qué me dices eh?
-¡solo por esta vez!, vamos Paula, quiero estar temprano en casa.
-¡SIIII!-grito y gozó de alegría Paula- ¡será como una aventura! ¡Tú y yo contra los ladrones y piratas que se nos topen en nuestro viaje! Gritaba con una alegría que se contagiaba.
Y así partieron rumbo al supermercado las gemelas treceañeras, Paula saltaba de alegría y decoraba cada esquina con su sonrisa infantil e inocente, y a su lado se encontraba Fernanda, caminando de los más tranquila mirando los alrededores y observando cada detalle del entorno que los rodeaba, la casa de la Sra. Montgomery, el hermoso patio de la familia Gonzales y la plaza central donde todos los niños junto a su hermana se juntaban a jugar e imaginarse mundos llenos de magias y caballeros, de dragones y misterios por resolver, pero ella no. Ella prefería estar en casa viendo noticias o escribiendo, escribiendo cosas solo para ella, escribiendo cosas personales y secretas.
-¡Somos un equipo!- Comentaba a su hermana saltando a la vez-¡un gran equipo!
Luego de 10 minutos caminando, algo inusual distinguió Fernanda en el camino. Una persona, según ella de unos 18 años, estaba siendo atacado por otro individuo, un poco mayor. Los gritos eran enormes y Fernanda no podía creer que entre tanto griterío nadie se asomara a ver lo que estaba pasando.-¿Qué esta pasando?-preguntó Paula asustada aferrándose a su hermana. –Caminemos por la otra vereda mejor-respondió su hermana igual de asustada. Al cruzar la calle, pusieron paso firme para llegar a su destino donde estarían a salvo.
-¡DAME TUS COSAS DESGRACIADO!- gritaba uno de los personajes.
-¡PRIMERO MUERTO!- contestaba el otro.
-¡COMO QUIERAS!- y acto seguido desenfundó un arma, una pistola col. 9mm. Ese símbolo de represión estaba apuntando en la cara al joven víctima.
-wouwouwou- dijo con tono de asombro y miedo- el joven, acto seguido, levantó las dos manos indicando que no quería hacer nada ni tenía nada, que se rendía ante el cañón asesino que irradiaba miedo y poder, que se sometía ante el peligroso roba almas.
Paula y Fernanda seguían caminando rápidamente por la vereda de al lado, afortunadamente el ladrón ni el pobre joven las vieron, por lo que siguieron manteniendo la calma. Las 2 niñas trataban de contener el miedo y la curiosidad, evitando mirar donde no tenían que mirar, pero la curiosidad ganaba de vez en cuando, asomaban la cabeza y luego la volvían a esconder entre sus hombros delgados y de infantes.
Luego de unos segundos, El joven asaltado comete su último acto, el movimiento más estúpido que en su vida ha hecho. Segundos después de que el asaltante desenfundara el arma, el pánico toma control del pobre joven, obligándolo a empujar a su asaltante y salir corriendo, el empujón fue bastante bueno, pero no lo suficiente para darle tiempo al pobre muerto a correr, en ese mismo instante, las gemelas Herrera asomaron sus pequeñas cabezas para ver que estaba pasando y de un segundo a otro, un sonido ensordecedor se escuchó en todo el vecindario.
Fernanda y Paula se abrazaron mutuamente y salieron corriendo a su casa, debido a que el asaltante salió corriendo en dirección al supermercado. Paula no tenía ninguna expresión, su mirada estaba pérdida y desolada, inmediatamente perdió su bello bronceado que había tenido desde chica, ahora parecía un fantasma triste caminando sin rumbo por av. Los lúpidos.
Su hermana corría y corría sin cese, sentía como su corazón se le asomaba con cada latido y las imágenes de la tragedia se le venían a la cabeza una y otra vez, pero no podía parar, tenían que llegar a su casa, tenían que estar a salvo.
No se demoraron ni siquiera la cuarta parte que se habían demorado en llegar a donde llegaron. Ahora se encontraban las 2 abrazadas en la entrada de la puerta tocando la puerta como desesperadas. Los segundos que se demoraron en abrir la puerta, fueron como milenios para Fernanda, miraba a su hermana que miraba al suelo sin expresión alguna, sin decir ninguna palabra desde el incidente, toda la alegría y entusiasmo de su “aventura” se había desaparecido junto al sonido demoledor del revólver.
Se notaba atreves del vidrio de la puerta que había alguien en el otro lado, o por lo menos acercándose, esa noticia le dio una alivio inmenso a Fernanda, que traía a su hermana al lado suyo ayudándola a caminar. Al abrir la puerta, el llanto se transformó en desesperación y la desesperación en miedo, pero ahora estaban en casa, a salvo.

-Fernanda, lo que viviste no lo vive cualquier persona, ni menos a tu edad.- le decía la psiquiatra Ramírez, Valentina Ramírez.
-¿Es parte del ciclo no?- le contestaba Fernanda recuperada del incidente- todos tenemos que morir alguna vez, al tipo le toco esa día, a todos nos toda algún día.
-Esa es una mirada muy madura de tu parte, si, tienes razón, a todos nos toca algún día, pero no con esa cantidad de violencia.
-Sra-dijo Fernanda- vivimos entre violencia y miedo, esa es nuestra realidad, o por lo menos una parte de ella, en todo el mundo hay robos, hay muertes, hay guerras, hambrunas, desastres naturales, etc.- simplemente no podemos evitarlo, tiene que pasar, es parte de la naturaleza.
-Valentina se echó para atrás en su sillón y dio un suspiro notorio sorprendida de la madurez de aquella niñita.
-Sra- retomó la palabra Fernanda- No somos nadie para evitar lo que tiene que pasar, si pasa, pasa por algo, y no tenemos ninguna capacidad para evitar o avecinar lo que viene o nos depara el futuro y la naturaleza. Tan solo somos peones de la naturaleza, huéspedes de sus terrenos, simplemente sembramos lo que cosechamos. Somos servidores de nuestras consecuencias. Todos tenemos que morir. La cuestión es cuando y como.
La mirada fría y dura que tenia Fernanda le llegaba a dar miedo, un pequeño escalofrío recorrió el cuerpo de la psiquiatra.
-Okey, ¿te parece que lo dejemos hasta acá?
-bueno-respondió Fernanda con una sonrisa tierna, se paró de su asiento con un salto, se fue a despedir y luego a la puerta caminó. Pero antes de abrir la puerta le preguntó a la psiquiatra.
-Sra. Ramírez, ¿mi hermana se va a poner mejor?- preguntó con tono de de desesperanza y tristeza.
La cara de tristeza y de cierta… humanidad en su rostro, enterneció a la psiquiatra, obligándole a decir, una enorme mentira.

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