16 jul 2010

Royal Caribbean International, Vacaciones en el infierno

I-
-¡TENEMOS QUE IRNOS DE AQUÍ!- gritaba Dana
-¡NO PODEMOS!, ¡metete eso a la cabeza mujer!
-¡AQUÍ NO HAY COMIDA PARA TANTA GENTE!, tenemos que irnos de aquí, ahora!
-mira, si quieres arriesgarte e ir a esa selva maldita y morirte por esos nativos primitivos, hazlo, pero no nos metas a mí ni a esta gente.
-¡porque eres tan estúpido!, ni siquiera sabemos si existen tales nativos! ¡¿Y por un miedo fantasma vas a dejar que esta gente muera de hambre!?
Así siguió la pelea, hasta que después de un par de minutos de griteríos y caos, el grito de un solo hombre logró el silencio anhelado.
-¡¡¡¡¡POR FAVOR!!!!!, ¡QUEDENSE CALLADOS POR UNA VEZ!.

Royal international Sea, ese era el nombre de su sueño y estaba ahí esperándola, su majestuoso cuerpo de acero recubierto, sus 4 enormes y bellas chimeneas, su blanco intenso que resaltaba aun mas ante el alegre sol que sonreía con sus rayos que le decía que un nuevo mañana estaba esperándola en aquel hermoso crucero.
Trataba de parecer como si estuviera acostumbrada a esa vista y a esa titánica construcción flotante, pero la emoción y la alegría sobrepasaban las mentiras sociales que trataba de hacerse. Con el pulso acelerado y la respiración cortada de tanta alegría, agarró todo su equipaje y lo llevó consigo a bordo de aquel buque de diamantes blancos que resaltaba su belleza en cada rincón. Al dar cada paso, su pulso aceleraba mas y su respiración se agitaba, cada vez, estando más cerca de la entrada a su sueño de pequeña, su sonrisa se ensanchaba cada vez mas.
Al estar en la entrada principal de aquel majestuoso barco de ensueños, sus ojos se abrieron y su boca quedó seca, no podía creer lo que estaba viendo. Muros de escalada, jacuzzis, spas, piscinas, olas artificiales, una atmosfera que solo se puede sentir aquí, arriba del crucero.
Trajo consigo todas sus pertenencias a la habitación que le pertenecía, era la 314-F, se demoró 1 hora completa en encontrar aquella escondida habitación. Subió y bajó escaleras y ascensores, pregunto a una docena de guías y guardias del crucero, hasta que al fin encontró su alcoba.
Era pequeña y estaba mal tratada, para sus ojos, estaba en buen estado y perfecta para 14 noches, pero en comparación al barco, carecía de lujos y de colores alegres, no existía manual de seguridad en caso de emergencia ni chalecos salvavidas, solo una alcoba para reposar de las fiestas y dar el pase al otro día.
Se tomó todo el tiempo que quiso, sacó su ropa, sus pertenencias, colgó lo que debía colgarse y guardó todo lo que se tenía que guardar. Exaltada todavía, pensaba en los 15 días de entretención y diversión que le esperaba, el sol le sonreía y el tiempo pasaba rápidamente, la hora de relajo y tranquilidad, las vacaciones que tanto ansiaba, habían llegado.

II-
El barco partía a las 3:45, todavía quedaban 10 minutos para que sus vacaciones zarparan al mar azul. Esos 10 minutos pasaron como si fueran 10 segundos, en tan solo 15 minutos, el barco se encontraba dejando atrás la costa para adentrarse al horizonte sin fronteras.
La primera parada era las Bahamas, donde el cielo azul y las aguas cristalinas encantaban la vista.
-¿Va a bajar?-preguntó un joven alto y macizo
al subir la mirada, esperando encontrarse con sus ojos, se encontró con un hombre de tal vez unos 27 años, ojos avellana y pelo oscuro, esperándola con un pequeña sonrisa.
-eh, ah eeh, los nervios estallaron y su corazón latía en su garganta, su cara morena se mezcló con un rojo intenso de tanto nervio.
-oh!, lo lamento, no me he presentado, ni nombre es Carl, Carl Westwed.
Con una sonrisa pecaría y juguetona ella respondió
-Dana, mucho gusto
-Dana, mira me han dicho que en las Bahamas hay una langosta que solo se puede conseguir acá y su sabor es único- dijo con voz alegre y simpática.
-¿es eso una invitación? Respondió con voz coqueta
-eh, si, lo puedes tomar así- con una sonrisa más marcada resplandeciente de alegría
- yo invito, es enserio, no te arrepentirás.
-y ¿cómo se llama este lugar al que planeas llevarme?
-“la posada del cangrejo negro”, el nombre viene de una leyenda local.
-¿ah sí? ¿Y cómo sabes tú?, ¿vienes todos los años a este tour?
-si, nunca me canso de esta vista tropical, el viento marino en mi rostro, el sol brillando n mi cara, las aguas cristalinas, simplemente, me fascina.
-asique bonito y ricachón
y los 2 rieron, Dana, sin darse cuenta, se encontraba caminando y conversando con el camino al restaurant.
Así pasaron el día comiendo, riendo y hablando de la vida, el comienzo de algo estaba empezando y una amistad estaba germinando.

Tras un simpático almuerzo frente al mar celeste y un ambiente tropical, la noche seguía en el barco de ensueños. El bar “Mar du Bare”, uno de los 3 bares del barco, con un cálido ambiente de entretención y tranquilidad, con música y ambiente de entretención. Donde cada día, la gente disfrutaba de algún trago tropical o de algún licor local. Ahí, en una mesa cerca del pilar lateral izquierdo del bar, se encontraban Dana y Carl, conversando y riendo de cosas estúpidas. La noche paso rápida y placenteramente, pero era tarde y era hora de irse a su habitación, tras un adiós, Dana fue acompañada a su cuarto por Carl y luego despedida con un beso para darle el fin a ese enorme día y darle el saludo a Morfeo.

Había naturaleza por doquier, era verde por cada esquina que había. La desesperación empezaba a germinar de cada poro de su piel, la gente que la seguía comenzaba a irradiar cierta desesperación, ¿sabes a donde vamos?, ¡hemos estado así por horas!, preguntas y quejas así se escuchaban seguidamente en el transcurso del trayecto.
La respiración aumentaba cada segundo, la maleza y las gigantes hojas de arbustos y árboles que nunca había visto le chocaban y se cruzaban en el camino que tenía que crear para llegar a algún lugar en el cual puedan acampar. Sonidos de pisadas se escuchaban una que otra vez, el miedo de Dana y la gente que los seguía iba en un auge gigante, risas, respiración, se sentía que ellos no estaban solos.
Avanzaban horas y horas, pero la sensación de inmovilidad era superante, la naturaleza infinita estaba devorándolos, los únicos sonidos que se podían escuchar era los monótonos latidos del corazón de Dana, se sentía como encerrada, comenzaba a perder el control, no había vuelta a tras, después de 5 horas de viaje, no existía la alternativa de volver, tenían que llegar a la montaña. El ambiente de tensión mezclado con el suspenso de la respiración y el calor y la humedad hacían del ambiente, un infierno tropical. De repente, en medio del camino hecho de pisadas, un grito de horror es lanzado al aire.

El barco iba ahora con destino a las bellas ciudades europeas, 2 días completos en el mar, para luego llegar a las históricas ciudades de España, pasar por la ciudad del amor de Francia y por los hermosos paisajes históricos de Italia, pero primero, dos largos días de horizonte azul sin fronteras. El primer día fue uno de los días más placenteros de Dana, desde pequeña, siempre sintió una gran atracción a la mar, su azul intenso, su enorme fuerza y su potencia y aroma a libertad; cuando se encontraba en el mar, la sensación de libertad fluía por su cuerpo, la mezcla del sol en su rostro, el viento fresco soplando y levantando su encrespado pelo y el aroma a frescura que emite el mar, le provocaba un placer único, la felicidad animaba a una sonrisa, sentía que podía volar, que podía alcanzar las nubes y mas allá.
Esa sensación y placer, no le puede igualar ningún bien material. El segundo día comenzó como cualquier día en el barco, como era rutina del 4º día, se preparaba para salir a la cafetería y tomar un rico desayuno, luego al jacuzzi y entretención en la zona acuática, para luego ir al almuerzo en el restaurant con Carl para en la tarde hacer lo que se le antojara. En el crepúsculo, cuando el día, el sol y la luz se preparaba para salir del cielo despidiéndose del mundo con múltiples colores, Carl y Dana se encontraban en la terraza, en la plataforma del barco, observando como una pequeña isla moribunda que se situaba un poco más al este hacía contraste con el sol mientras daba su fin para dar inicio a la noche, todo era perfecto, bello y romántico, hasta que todo murió.

III-
De un segundo a otro, el barco comenzó a temblar como si estuviera en un terremoto, todo crujía, el movimiento aumentaba de intensidad cada segundo, luego, las alarmas comenzaron a sonar por todo los altos parlantes, todo indicaba algo, emergencia.
Caminando preocupadamente de la mano con Carl, una gigante llama sale volando del suelo de la plataforma, una gigante explosión se hace visible, un sonido horrible, como si una bomba acaba de explotar al frente suyo, una ola de fuego se expandió por los aires. Todo salió volando por los aires, las alarmas cambiaron de sonido, ahora era una emergencia mayor. Aquella explosión destruyó toda la popa del barco, el miedo comenzó a fluir por el cuerpo de Dana, no podía creer lo que sus ojos estaban viendo, una llama de 15 metros de altura de puro fuego salió con toda la furia del fuego para la superficie. Destruyendo todo a su paso, todo era caos, la gente comenzaba a correr, los guardias de seguridad comenzaron a orientar a la gente, pero también se les notaba temeroso a aquella emergencia al observar aquella gigante llama de fuego, tras minutos de pánico y griteríos, comenzó lo impensable.
Un sonido de metal ahogándose se escuchó por todo el barco, todos sabían lo que significaba ese sonido, el barco se estaba hundiendo, la gente comenzó su carrera contra sus vidas, los guardias desesperados tratando de sacar los botes salvavidas y a la vez, ordenando a la gente, el griterío, el miedo, el pánico, el solo que estaba desapareciendo a lo lejos, llevándose la alegría y la luz con él, causaban una atmosfera de tensión y caos, el caos era horrible, niños llorando, todos empujando a todos. Era un infierno.
Dana lo veía todo lento, veía la cara de desesperación de la gente, la cara de miedo de las mujeres y niños, veía el rostro de pánico de hombres y mujeres corriendo de la próxima muerte que los asechaba en el mar, esperando impacientemente que llegaran a sus aguas del atlántico para devorarlos con sus olas y su poder.
El corazón no le latía, estaba helada, no podía reaccionar ante la catástrofe que tenia ante sus ojos. Si no hubiera sido por Carl, se hubiera quedado ahí, esperando que su cuerpo se moviera por sí solo, la agarró de la mano y corrió hacia los botes salvavidas, no pudieron llegar del todo, una pelea de empujones se estaba desatando en las 15 salidas de barcos salvavidas. Ya era asumido, el Royal international Sea, iba a ser tragado por los brazos de Poseidón.

Era cosa de horas, de tan solo un par de horas, para que aquel titánico barco se hundiera para siempre, pero esas horas pasaron como si hubiera pasado tan solo 2 segundos.
El miedo y el terror por la muerte y por el océano gigante eran abundantes en los tripulantes enloquecidos y segados por el miedo. La gente corría, el agua llegaba cada vez mas arriba, lentamente, se apoderaba de lo que una vez fue un poderoso coloso náutico. La gente gritaba y caía del barco, los barcos de emergencia estaban saturados, Dana y Carl estaban atorados en las infinitas filas de espera para salvarse de aquella catástrofe.
La primera hora y media paso inmediatamente, el barco estaba en un Angulo de 90°, esperando para que la gravedad haga de lo suyo con el crucero. La gente se agarraba de lo que podía para no caerse, todo era un caos, era el infierno con agua, era la muerte esperándolos.
Cada vez que alguien caía, un grito seco se escuchaba, un grito de desesperación, un grito que todavía no había perdido la fe en la vida, que quería seguir luchando, pero su tiempo ya había acabado cuando chocaban con las murallas de la terraza del Crucero de lujo y sus huesos crujían.
El horror era insoportable, Dana, llorando e incrédula ocupaba toda su fuerza para salvarse, pero su músculos no eran lo suficientemente fuertes para combatir todo ese tiempo contra la ley de gravedad, de un segundo a otro, sus músculos colapsan y un calambre en el antebrazo le marca su caída segura y su probable muerte.
SPLAASHH!- el agua estaba helada, más de lo que estaba antes. La respiración se detuvo para que los pulmones no traguen esa agua salada del demonio. Abajo en el agua, todo era tranquilidad, un silencio amenazante, había… paz.
Pero sus pulmones no podían aguantar todo el tiempo, esa tranquilidad comenzó poco a poco a transformarse en desesperación, necesitaba aire, necesitaba encontrar la superficie. Necesitaba vivir.
Manoteaba como nunca antes lo había hecho en su vida, enloquecida por encontrar la superficie, trató de concentrarse, pero el poco aire que le quedaba y la desesperación era tal que no podía hacer nada, tan solo seguir tratando de encontrar la vida, la superficie.
Tras 30 segundos, al fin pudo encontrar la superficie, al salir, todo era caos, gente que no sabía nadar se estaba ahogando desesperada, los barcos salvavidas estaban a lo lejos para que el barco titánico, cuando se hundiera, no atrajera a estos pequeños barcos.
Pero una pequeña lancha salvavidas, recién partiendo del barco, se encontraba en camino a donde estaba Dana. Agitó los brazos lo mas que pudo, grito como nunca antes, por primera vez en su vida, trataba de no pasar desapercibida, trataba de que la vieran y que la salvaran de aquel desastre. Afortunadamente, el barco viró un poco para atrapar a ella, estaba exhausta, no había comido desde la mañana, la gente en la lancha estaba asustada, aterrada, con miedo del futuro y con terror del presente, pero a pesar de ello, un grupo de personas ayudó al coronel del bote a subir a la joven ahogada, ese fue el ultimo recuerdo de Dana de aquel accidente, ese fue el fin del comienzo y el principio del horror.

IV-
El griterío, el miedo y el horror de aquella escena era espeluznante, la poca gente que había llegado a la isla estaba gritando, corriendo de un lugar a otro, otra gente recuperaba el aire, gente llorando, niños aterrorizados sin entender lo que pasaba a su alrededor, todos estaban preocupados del ahora y no del futuro, la isla tropical con arenas blancas y palmeras caribeñas no disminuían el sufrimiento y el miedo de la gente. Todavía había gente en el océano, pidiendo socorro, a lo lejos, el barco de ensueños diciendo el último adiós tras aquella poderosa explosión. Gritos de socorro se escuchaban en toda la costa de esa maldita isla.
Se encontraba acostada en la costa, cansada, asustada y con curiosidad; no sabía donde se encontraba, ni como sobrevivió, solo sabía que estaba viva, respirando y traumada por la escena anterior.
Tras reunir las fuerzas suficientes para poder pararse y mantenerse de pie, se encamino a donde estaba el gran grupo de gente, no sabía que hacer, no sabía con quien hablar, ni a quien buscar, solo sabía que tenía que caminar.
-¡EEEH! ¡Tu, mujer!, ven aquí, ¡ahora!.

Pero Dana no reaccionó, sino que cayó al suelo, con todo el peso de su cuerpo, a la blanca y tropical arena. Sus ojos se cerraron, su corazón colapsó, todo su cuerpo quedó en paro. Su visión se nubló con una neblina invisible y sus sentidos iban en un descenso de segundo en segundo. Tras 2 segundos, Dana se encontraba tirada en la arena, en un lugar que nadie conocía y que nadie quería conocer.

El viento soplaba con una brisa refrescante, el sonido del mar era relajante y tranquilizante, la arena blanca de aquella playa era hermosa, el mar azul completaba aquel escenario de paz y tranquilidad. Ahí estaba ella, Dana, vestida con un vestido blanco, hermoso y elegante, la cola del vestido se elevaba con el sople del viento. Estaba sola, no había nadie alrededor suyo, estaba relajada ante aquel escenario tropical de tranquilidad. No sabía a donde estaba, pero donde sea que estaba, estaba feliz, estaba tranquila, estaba como en casa, con el océano infinito en el horizonte y una jungla verde en la parte de atrás. el viento soplaba y junto con el, unas voces vacías, seductoras, provocativas.
-tienes que partir, tienes que irte, la paz no es aquí- decían las voces.
Pero ya era tarde, estaba alejándose cada vez mas de la tranquilad, cada vez sintiéndose mas ahogada, mas incomoda, mas real.

V-
Al desaparecer todo rastro de paz interior, se despertó tranquila, abriendo los ojos, relajada, con miedo al exterior, pero con una sensación calida que le había dejado su sueño.
Estaba acostada, en una mezcla de cosas que parecía una cama, una tienda hecha de lo que se podía encontrar estaba separándola del exterior. No sabía donde estaba, ni que era lo que había pasado, su sed de conocimiento por lo secreto y lo desconocido comenzó a germinar.
-¿Dónde estoy?- se preguntaba así misma

reuniendo fuerzas para poder levantarse, salió de la tienda y se encontró con un mínimo de 80 personas metidas en la costa de una playa tropical, trataba de acordarse de lo ocurrido pero su mente estaba frágil, no podía acordarse de nada. La luz del sol la segó por un momento, primera vez que la veía desde hace mucho tiempo según su percepción. Habían tiendas, había gente, habían rastros de fogata, habían muertos, había dolor, había caos, había pena y desesperación.
Sin saber a quien preguntarle ni con quien hablar, decidió preguntarle a la primera persona que se le cruzara en su camino, el afortunado fue un joven moreno flaco y alto, con pelo negro y ojos café, su ropa estaba mojada y desgastada, parecía de la india o de algún lugar por el estilo.
-señor! ¿Qué ha pasado? ¿Qué ocurre y que ocurrió? ¿A dónde estamos? ¿Qué hacemos aquí? ¿Qué ha pasado con el resto de la tripulación?- con cada pregunta, levantaba mas la voz, ella no lo notaba, pero cada silaba era un grito de desesperación.
-no se, no se no se, no se, no se, ¡NO SE MUJER! ¡Hubo una explosión en el barco y todo se fue a la mierda! Todos los que estamos aquí son los sobrevivientes, todos o se ahogaron o se murieron con la explosión, ya van 2 días encerrados en la isla y lo único que sabemos es que estamos en una isla, en alguna parte del atlántico.- el pobre hablaba con poca esperanza y desganado, como si estuviera dando por seguro su fallecimiento en aquella isla.
-no te he visto por aquí, y eso que e estado recolectando madera desde ayer, ¿quien eres?-preguntó aquel joven.
-D…Da..Da… Dana, me llamo Dana, estaba perpleja, no podía creer lo que estaba viviendo, ahora todos los recuerdos de su mente habían bajado a la memoria y caían como avalancha, cuando cayó al agua, cuando ocurrió la explosión, cuando el barco se partió en 2, se acordó de Carl, y de las cenas que tenían de vez en cuando. Todos los recuerdos bajaron en un segundo.
-Me llamo Dana, repitió, me caí al agua, estuve desmayada por no se cuanto tiempo, hablaba con preocupación y despacio.
-¡Dana!, Carl te cuidó muy bien, estuvo con tigo los 2 días que hemos estado, ahora debería estar buscando comida en la jungla, salió en la mañana y debería estar aquí cerca de las 9:00.
-Mi nombre es Robert, mucho gusto, ¿te encuentras mejor?- pregunto cariñosamente
-Si, gracias. Debo actualizarme un poco sobre lo que paso y ver si puedo ayudar en algo.
Así, Dana recorrió la isla, se enteró de cómo estaban organizando el grupo y quienes eran quienes. En una tienda muy bien construida, estaba Serena, una mujer de no mucha estatura con un físico muy provocador y un pelo castillo hermoso, se rumoreaba entre los hombres que era la misma mujer que modelaba para la línea de modelaje internacional Rexios.
A Dana le caía mal de presencia, era una de esos prejuicios humanos que sin conocer a la gente te cae mal. Dana siempre ha sido muy poco femenina para sus cosas, siempre ha tratado de pasarse por invisible. Nunca se ha ocupado mucho por su forma exterior, pero siempre le a ido bien con el sexo opuesto y en relaciones bien duraderas. En cambio, Serena, era la típica mujer “tonta”, donde solo es exterior y no hay interior, su inteligencia esta en proporción a el tamaño de sus enormes senos y sus rulos de color castaño.

VI-
A las 9:08, Carl apareció junto con un grupo de hombres acarreando leña, estaban sudados y sucios. No era una de las cosas mas importantes hablar con Carl, por lo que Dana decidió dejarlo descasar de su larga excursión y que hablen en la noche o en la mañana siguiente.
Ya en la noche, cuando la luna llena iluminaba los cielos y reemplazaba algunas estrellas, las fogatas comenzaron a encenderse en distintos puntos de encuentro. Dana se encontraba hablando con Robert y con un grupo de sobrevivientes que hablaban de cómo podían sobrevivir, de la poca esperanza que tienen, de que todo esto es un sueño y cosas por el estilo, todo con un ánimo precario y sin vida. En el transcurso del día, desde que despertó de aquel sueño a este punto de la noche, Robert y Dana conversaron de muchas cosas, de la relación en secreto que mantenía con Serena, de lo que le gustaba y de lo que odiaba, de su vida en general. Robert era un tipo un poco machista-conservador, su madre era agredida por su esposo, su padre no lo quería, siempre lo maltrataba y le echaba la culpa de todas las desgracias que ocurriesen. Hijo único de una familia horrible, decidió pasar su estrés y penas en las drogas, fueron tiempos oscuros, alcohol, cigarro, cocaína, acido, todo tipo de drogas. Su mejor amigo decidió meterlo a rehabilitación, encerrado 3 años en aquel edificio, dejó atrás su pasado oscuro, pero en ese transcurso de tiempo su mejor amigo, Jack, había sido asesinado, su hogar que mantenía con tanto esfuerzo y sudor había sido clausurado por falta de pagos, estaba solo, y no tenía a nadie ni nada.
Dana estaba sorprendida por la tanta confianza que había recibido de aquel desconocido que ahora no lo era. Su desencanto melancólico ante la injusticia social y los rincones más oscuros de la vida estaban reflejados en su cara de cansancio y estrés y de pena y tristeza, por ese solo momento, toda la tensión del ambiente que rodeaba la atmosfera desde el inicio del accidente se había ido, ahora era un ambiente más familiar, más confortable.

De repente, en medio de la conversación, Carl aparece sin previo aviso, con cara de estrés, como si su humanidad se hubiera ido junto al barco desgraciado.
-¿puedo hablar contigo un momento?- preguntó intentando relajar su voz, cosa que no resulto.
Dana pidió disculpas a Robert y siguió a Carl a ver adonde la llevaba.
En una fogata un poco lejos en comparación con las demás, estaba la tienda de Carl, estaba hecha, como todas las demás, de todo el material que pudiera haberse encontrado.
-Dana, estuviste casi 2 días inconsciente, estaba muy preocupado por ti.
Lo recién dicho, le cargó a Dana, siempre le había cargado que se preocuparan por ella, y menos una persona que recién la había conocido unos días antes.
-Mírame, estoy bien-respondió un poco disgustada.
-Y me alegro, todos están tenso, es como si al más mínimo rose, todo explotara y estallaría el caos.
Dana guardo en el silencio, sabía que Carl estaba esperando que Dana digiera algo, pero lo que dijo anteriormente, todavía le estaba dando vueltas a la cabeza.
Después de un incomodo silencio, la conversación siguió nuevamente.
-Mira Dana, se que estas estresada y enojada con el destino, pero necesitamos la cooperación de todos para poder sobrevivir a la llegada de los rescatistas.
Otro punto en contra a la conversación, Dana odiaba que le dieran ordenes y que la trataran como una más del montón, ella siempre estaba como líder, en su vida siempre había sido la cabeza de todo lo que conformaba.
-¿A que te refieres con eso?- preguntó agria y fríamente.
-A que necesitamos la ayuda de todos para el sobrevivir de todos.
Esa fue la gota que rebalsó el vaso, esperaba un te he extrañado, o una cosa así, no una orden de cooperar con el resto ni menos una orden, estaba enojada y enfurecida.
-Mira Carl, estoy cansada, he estado tratando de ponerme al día con todo este lio, he caminado toda la isla para averiguar qué es lo que saben, mañana hablamos, Robert me está esperando afuera.
-¿Quien es ese Robert?, preguntó con un tono enojado pero con una intensión de pasar desapercibido.
-Un compañero, pero bueno, hablamos mañana, adios.
No esperó respuesta y salió bruscamente de la tienda, dejando atrás, con una cara de interrogación a Carl, que se preguntaba qué era lo que había dicho para merecer ese trato.

V-
Era aquella visión de nuevo, estaba ahí, en plena costa, sola, con un vestido hermoso, que se elevaba con el sople del viento, el sonido de las olas era lo único que se escuchaba, las palmeras y los arboles de la jungla se movían y bailaban al son del viento. Todo era tranquilo, todo era paz, no como en la realidad, donde todo era oscuro y tenso. No quería salir de ese lugar, pero ella, con voz seductora, repetía una y otra vez.
-Ándate, vete, aquí encontraras muerte, en la jungla encontraras la salvación.
Ella solo escuchaba, estaba atenta a la tranquilidad y la paz que sentía en todo su cuerpo, no había notado que el lugar donde estaba era tan bello, arenas blancas, mar celeste, un cielo despejado y hermoso y atrás, una jungla verde tropical. Todo un escenario de encanto. Pero era tarde ya, era mucho placer por hoy, a pesar de que no quería irse, cada vez era más difícil concentrarse en aquel placer, era cada segundo una tarea más difícil.
Al cabo de un rato, ya no veía nada y tampoco sentía nada, estaba en la oscuridad y sentía la tensión del ambiente, estaba de nuevo en la realidad, en aquella playa desgraciada, donde la tensión era insoportable y la felicidad era un bien precario, era su segunda noche ahí, y su segundo sueño igual, era un tercer día de nuevos desafíos y obstáculos, era de día.

VI-
Al despertarse, estaban casi todos parados en torno a un hombre, este estaba dando órdenes de recolección de alimentos y lo que tenía que hacer cada uno. Al acercarse, se dio cuenta de que el hombre que estaba dando órdenes, era Carl y todo los hombres lo estaban escuchando como si fuera alguien sobrehumano. Al observar esta situación, Dana se fue a sentar al lugar mas alejado de aquella junta masiva de órdenes alocadas.
Al acercarse y saludar a Robert, este mostro indiferencia hacía Dana.
-¿Qué pasa?-preguntó Dana
-Nada, respondió Robert mirando a cualquier lado
-¿porque estas así?-preguntó tratando de mantener la compostura ya que nunca le ha gustado que le sean indiferente, ya que como fue hija única por mucha tiempo, siempre recibía toda la atención.
-Mira Dana, mantente alejado de mi la mayor cantidad posible, ya se que estamos en una isla perdida y que es difícil mantener distancia, pero por favor, va a ser lo mejor para los 2- dijo explotando de rabia y enojo.
-¡¿Pero que hice?!
-¡Cállate maldita sea! ¿Tan rápido te pegas a alguien?, ¡la cosa es así de simple!, tu no me hablas y yo no te hablo, ¿okey?-esas fueron sus últimas palabras antes de irse con paso marcado y rápido.
Dana quedó estupefacta con la reacción sin sentido de Robert, desde en ese entonces, Robert era uno más del montón para ella. Ese día fue más horrible de lo que eran todos los días habitualmente. A ella le tocó el sistema de recolección de agua y le tocó un obeso poco productivo que cada 2 segundos tenía que descansar, por lo que le tocó a Dana doble trabajo ese día, la mala organización de Carl en el grupo comenzó a molestarle aún más a Dana, mientras trabajaba se imaginaba como podía organizar mejor el grupo y los arreglos que le haría a los planes de Carl, todo de una manera poco alegre.
Era la hora de almuerzo, según el reloj de Dana, eran las 1:45 de la tarde, estaban por llegar el grupo de expedición, cuando de repente, tan solo una persona del grupo salió corriendo de la selva, bañado en sangre y muy aturdido, estaba aterrorizado, tenía las pupilas dilatadas de tanta adrenalina que corría por sus venas, corría mientras gritaba, Dana nunca había visto a una persona con tanto miedo.
-¡LOS MATARON A TODOS!- gritaba aterrado una y otra vez aquel individuo.
Todos corrieron a donde estaba el, trataba de correr tan rápido el pobre, que tras unos pocos metros recorridos calló en la blanca arena.
Todos preocupados por el origen de aquel miedo y los progenitores de aquella sangre en su cuerpo, todos estaban esperando respuesta.
-¡LOS MATARON A TODOS!, ¡ESTÁBAMOS EXPLORANDO LA JUNGLA! ¡Y… Y…Y!-tartamudeaba de lo agitado que estaba, todos guardaban silencio ante aquel espectáculo.
-¡Y DE LA NADA! ¡DE LA NADA SALIERON!, ¡¡ERAN MILLONES!!,
-¡Max! ¡Cálmate!, ¡ya estas a salvo!, ¡dime quienes eran los millones que aparecieron de la nada!
-¡ERAN EL DIABLO EN PERSONA! ¡NO TENIAN SENTIDO HUMANO! ¡SE LOS COMIERON!, ¡SE LOS COMIERON!- comenzando a llorar desesperadamente, repetía una y otra vez mas despacio, “se los comieron a todos”, como maniaco.
Todos se dieron cuenta de lo que estaba hablando, un aire de preocupación llenó de un segundo a otro la atmosfera de la isla. Nadie sabía muy bien qué hacer, todos apuntaban a lo mismo, caníbales.
-Jack, llévalo a mi tienda, haz que duerma y descanse todo lo que necesite.-dijo Carl con autoridad y decisión, como si con eso tratara de calmar a todo el rebaño de gente preocupada por los seres de la jungla.
Dana estaba impactada con la situación, no pensaba que más allá de la jungla hubiesen personas, ni menos primitivos caníbales. Si ellos descubrían donde estaban, todos estaban muertos, si eran tantos como decía aquel hombre traumado, había que hacer algo y ahora.

VII-
Cuando aquel individuo estaba ya descansando de su traumante aventura, Carl convocó una reunión masiva en la noche. Ya todos convocados, Carl comenzó a hablar.
-Mire, no quiero que me vean como jefe ni nada como el estilo.- con las primeras palabras dichas Dana se calentó de mente y estuvo a punto de estallar todo su estrés y enojo.
-Pero les tengo que decir algo, el alimento y el agua escasean. Agua y comida nos queda para 1 día si lo racionamos para todos equitativamente. Este no es el primer caso que una persona del grupo de alimentos nos dice de estos nativos, ayer en la noche un grupo de 2 personas fueron a la jungla y no volvieron.
Esto a todos le cayó de improvisto, no podían creer lo que les estaban diciendo, pronto iban a ser mas victimas, el miedo recubrió la escena de intriga y preocupación. Todos dejaron por pasar lo que estaban escuchando, todos menos Dana, eso significaba que le habían escondido información, información relevante para la supervivencia de todos. Eso era lo que más le cargaba, que la traten como indiferente y que no compartan la información en que es relevante su participación. Lo dicho por Carl fue un detonante para la rabia acumulada de Dana, toda aquella situación, el accidente, Robert, Carl, el idiota obeso que le tocó como ayudante en la mañana, todo comenzó a fluir por sus venas.
-¡y porque se te ocurrió decirnos esto ahora y no antes!, ¡tenemos derecho a saber!-dijo Dana con rabia y enojo que se le notaba en su tono de voz y en su expresión facial. Todo el mundo calló, nadie había interrumpido a Carl desde el accidente y al parecer, nadie había hecho esa lectura de lo que estaba diciendo Carl.
-Porque no los queríamos preocupar por cosas que no estábamos seguros, por eso Dana.
Dana calló, no podía estar mas enfadada con el mundo, cerró los ojos y contó hasta 10, controlando la respiración, recordando lo que había aprendido de su siquiatra para controlar la rabia, tenía todos los nervios de punta, al otro mínimo roce, iba a explotar y dejar todo peor de lo que estaba.
Aguantándose el enojo, recordó sus tiempos en México, en su casa, cuando sus padres aún estaban juntos, donde todo era feliz y alegre, donde todo fluía como debía ser, cálido y familiar. Nada de alcohol ni nada de abuso de su padre, todo estaba bien. Esa época era cuando tenía tan solo 9 años, su padre con empleo, su madre feliz y sin moretones ni cortes en el cuerpo, no habían celos de parte de su padre, su madre tenía una sonrisa real en la cara, no como las sonrisas falsas y vacías que le mostraba a cada rato a Dana con moretón gigante en la cara y una lagrima recorriendo su cara. Se acordó de todo esto, de sus amigos antes de que los metieran a la cárcel injustamente. Todo esto la ayudó a enfocarse y a concentrarse en la discusión sin explotar de manera exagerada.
-En fin-continuó Carl,- quería que hagamos una votación en respecto a lo que vamos a hacer de ahora en adelante, las opciones son las siguientes: quedarse aquí, ocupar la menor cantidad de agua y comida y esperar a los rescatistas que ya vienen por nosotros o simplemente comernos los unos a los otros y tomar por el resto de la eternidad agua de coco- dijo jugando para tratar de relajar el ambiente.
-¿Estas estúpido o qué?, ¡por favor! ¡¡Abran los ojos!!, hemos estado aquí por 4 días y los rescatistas no llegan todavía, ¡no nos están buscando! Y si lo hicieron, ya no lo están haciendo, ¡la solución es evacuar la cosa!, ¡estos caníbales ya saben dónde estamos! Si nos quedamos más tiempo aquí, ya va a ser muy tarde y ¡nos van a comer a todos!- dijo Dana explotando, su fuerte nunca a sido explicar las formas de la manera más bonita, por lo que dejó a todos sus compañeros callados y estupefactos con el argumento que planteo.
-¿entonces planteas que debemos irnos y adentrarnos a selva a dentro donde están estos hombres come hombres? Preguntó elevando el tono con intensión de defender su puesto de líder, que según él, no lo quería.
-¡SI!, no hay comida suficiente, los nativos saben dónde estamos, no hay agua para todos y ¡por favor! ¡Ni siquiera sabemos si estos nativos existen en realidad!
-¡SI NO EXISTEN COMO QUIERES EXPLICAR LA MUERTE DE YA 5 PERSONAS MISTERIOSAMENTE AL INFILTRARSE EN LA SELVA MALDITA! –gritó estallando Carl, se notaba que estaba estresado desde hace tiempo y que tenía miedo, como todos.
-¡NO ME LEVANTES LA VOZ IDIOTA! NADIE DE AQUÍ ME LEVANTA LA VOZ!-se defendió Dana
-¡TU TE CALLAS PERRA SUICIDA!, ¡ANDATE A SUICIDARTE SOLA A LA JUNGLA!, ¡yo no estoy para que un grupo de cagados de hambre me haga a la barbacoa!
-¡TENEMOS QUE IRNOS DE AQUÍ!- gritaba Dana
-¡NO PODEMOS!, ¡metete eso a la cabeza mujer!
-¡AQUÍ NO HAY COMIDA PARA TANTA GENTE!, tenemos que irnos de aquí, ahora!
-mira, si quieres arriesgarte e ir a esa selva maldita y morirte por esos nativos primitivos, hazlo, pero no nos metas a mí ni a esta pobre gente.
-¡porque eres tan estúpido!, ni siquiera sabemos si existen tales nativos! ¡¿Y por un miedo fantasma vas a dejar que esta gente muera de hambre!?
Después de un par de minutos de griteríos y caos, el grito de un solo hombre logró el silencio anhelado.
-¡¡¡¡¡POR FAVOR!!!!!, ¡QUEDENSE CALLADOS POR UNA VEZ!, nosotros tenemos que decidir, también tenemos derecho a elegir nuestro destino, ¿no lo crees?, dejen de pelearse como pendejos mimados por lo que cada uno encuentra correcto, nosotros estamos lo suficientemente grandes como para decidir lo que creemos mejor para nosotros.
Toda la masa de gente estaba a favor de John, un viejo calvo de ojos azules, con mucha pinta de marinero.
Déjennos un par de horas para que tengamos las opciones más claras y hagamos votación, nos reuniremos aquí dentro a las 22:00, no es tiempo de jugar a quien es el jefe.
Dando por finalizado todo y Carl y Dana asombrados por la capacidad de control de John, no tuvieron nada más que decir y marcharse a lugares diferentes a esperar la votación.

VIII-
Ya en su tienda, Dana no tenía nada que hacer mas que esperar que dieran las 10 y que la votación se hiciera, su negativismo que la caracteriza siempre ya había germinado de nuevo, había perdido toda esperanza de que la vinieran a rescatar, de que alguien viniera por su ayuda, de una esperanza de civilización. Veía todo negro, todo oscuro, desde que empezó esta pesadilla, nadie ve ningún hueco de esperanza. Su humor critico y su mirada sarcástica de las cosas fueron dándole a la situación un ambiente de aun mas tensión en la espera eterna, quería irse, no quería ser devorada por aquel grupo de nativos, sabía que existían, pero no lo quería aceptar, cosa rara en ella ya que siempre encara y enfrenta los problemas por ella sola y nunca les da la espalda.
Vio su reloj, iban a ser las 9 pm. Tenía espera para rato, por lo que tras una que otra maldición por el tiempo y Carl, decidió irse a tomar una siesta para relajar las tensiones.
Pensó que le iba a tomar tiempo, pero no fue así, al mas mínimo roce con lo que era su almohada, cayó en un sueño profundo
Esta vez no estaba en la costa, como de costumbre, sino que se encontraba en plena jungla, estaba feliz, con una sonrisa radiante, con el mismo hermoso vestido blanco, que bailaba con el viento y rosaba con las plantas llenas de clorofila al verde puro. No sabía en qué parte de la gigante jungla se encontraba, pero sabía cómo había llegado a aquel lugar, como si supiera el camino que recorrió. Estaba feliz y estaba retrocediendo, alejándose de la mirada omnipotente, sabía que tenía que estar ahí, donde la felicidad aguardaba y la comodidad esperaba que la atendieran. A lo lejos, no se escuchaba el rompe de las olas, pero tampoco había silencio, sino que se escuchaba el sonido de agua cayendo y golpeando una posa de agua, ese golpe monótono la relajaba, la drogaba, la paralizaba en un placer supremo que parecía inhumano. Todo estaba claro, tenía que estar ahí.
-Dana- llamó un hombre, estaba oscuro por lo que Dana no pudo ver quién era.
-¿Robert?
el hombre al acercarse a la luz, de la tienda, dio a conocer su identidad, tras una cara de estrés y ojeras, estaba Robert.
-¿podemos hablar?-preguntó con voz cansada disimulando una sonrisa para tratar de convencer a Dana.
-¿Qué quieres?-respondió con toda la pesadez posible
-Te quería pedir perdón por mi comportamiento de hace unos días.
-Fue ayer-respondió Dana brutalmente- honestamente no sabía si fue hace uno, dos, tres días una semana, desde que estaba en esa isla, el tiempo y los días ya no existían, estaba perdida en el tiempo, pero solo lo decía para contradecir a Robert.
-mira, honestamente, no se cuando fue exactamente, pero se que ocurrió y eso es lo que importa y sé que esa es la razón por la que estoy aquí.
-Cual sea que sea la razón por la que estés aquí, dilo ahora y rápido, va a ver una votación dentro de cómo 15 minutos.
-¿Siempre eres así de cargante?
Antes de que Dana pudiera responder, Robert descubrió que eso no era el mejor comienzo para comenzar su disculpa y la cara de asombro de Dana le obligo a interrumpir su explosión de rabia.
-lo siento por eso, te quería pedir perdón, tal como todos aquí, estoy cansado, tenso y estresado. No me caracterizo por manejar muy bien mis sentimientos y lo que estoy pensando. Serena me tiene ahogado, aparte de tener que cuidarme, tengo que mantener a ella.
-Si eso es un motivo para tu disculpa, mejor da media vuelta y anda a cuidar de tu hijita pendeja modelo.
-No es un motivo, solo te quería decir las cosas que he tenido que enfrentar estos días…
-¿¡AH SI!? ¡PUES TE INFORMO QUE NO ERES EL UNICO!, ¡he tenido que trabajar siempre con un grupo de poco productivos que descansan más que trabajan y he perdido toda esperanza de rescate! ¡Carl, que éramos amigos y algo más en el crucero, ahora está intentando que los demás crean que todavía tenemos esperanza!...
-sobre eso te quería hablar además -interrumpió Robert
-¿sobre qué?
-Serena está convenciendo al grupo de que elijan por la idea de Carl, cree que estás loca y que lo mejor es quedarse en la costa.
La cara de asombro era una de esas caras que solo se ven una vez en la vida. Los ojos de Dana parecían como si estuvieran a punto de salir, la boca quedó abierta de la sorpresa de la noticia.
-¿Qué qué?- respondió Dana despacio y fluidamente para tratar de entender bien y controlar la rabia titánica que estaba sufriendo en ese instante.
-no me hagas repetírtelo Dana, lo que escuchaste.
De un empujón despejo el camino que estaba ocupando Robert y salió en dirección donde se encontraba Serena, en la fogata de más al fondo, donde estaba hablando con la gente de ahí.

XI-
-¡¿QUÉ MIERDA TE CREES PENDEJA?!-gritó Dana desde una distancia que no escucharan todos, pero que se escuchara su rabia y enojo
-¿y a ti que te paso?- preguntó Serena sabiendo muy bien la respuesta.
-mira pendeja hija de papa, me importa una mierda lo que creas de mi, pero no vas a vender con tu cuerpo una imagen de mi falsa
-¡HA! ¡FALSA!- se rió con sarcasmo- tú estas clínicamente loca mujer y esto lo estoy haciendo por el bien de todos, pronto nos van a venir a rescatar y si no estamos a la vista, no podrán rescatarnos.
Así comenzó una discusión bastante fea, la rabia exagerada de Dana estuvo en su clímax, pero por la votación, se reservó y no comenzó la pelea, pero Serena no tenía esa compostura, por lo que cuando Dana la insultó con sus “pechos falsos y su pelo teñido”, comenzó la pelea. Agarradas de pelo, bofetadas, gritos, una pelea que no duró mas de un par de segundos, ya que la gente que estaba ahí intervino para separarlas.
-¡NO VUELVAS A LLAMARME FALSA NI HUECA ESTUPIDA VACA!-gritaba con odio Serena.
-PREFIERO SER UNA VACA A SER UN PALO QUE EL VIENTO PUEDE ELEVAR A LA MAS MINIMA BRISA!-respondía Dana.
Todo este escándalo poco maduro y productivo fue callado por John, el trajo el silencio y la poca paz que se podía instalar ahí, con toda esa tensión en el aire y con todo ese odio característico en la costa.
-paren este escándalo por favor, todos estamos suficientemente cansados y estresados, eso lo sabemos todo, pero por favor mantengamos la diferencia entre nosotros y esos caníbales de la jungla, todos tenemos miedo de la noche, miedo al hambre y al agua, a estos malditos zancudos que nos comen en las noches. Dejen de pelear y demos inicio a la votación, que estoy cansado y si muero por un grupo de caníbales en la jungla o de hambre y sed, prefiero que sea rápido.
Dana no se había dado cuenta, pero todo el grupo de sobrevivientes estaba alrededor, eso significaba algo, la votación estaba por ocurrir y el destino de todos por decidirse.


X-
John continuó su discurso- miren, hagámoslo rápido y sencillo, todos estamos aquí presentes y todos sabemos la razón.
-todos los que estén a favor de la alternativa de Dana, irse a la jungla a algún lugar con agua y alimento, levanten la mano.
hubo un incomodo silencio y nadie levanto la mano.
-¡pero a qué lugar llegaríamos!-preguntó uno del montón.
Otro silencio incomodo rodeo el ambiente y las miradas se dirigieron a Dana
-Miren, hay un lugar, en el centro de la isla, donde hay agua y una cueva donde los bichos nocturnos no están y no estarán, los Caníbales no estarán y abra alimento gracias a los animales que van a tomar agua.
-¿y tu como sabes de eso?- preguntó Carl.
-Lo sé, simplemente lo se. Yo no quiero obligar a nadie a elegir nada, solo quiero decirles que yo no los engaño, no les doy falsas esperanzas de un rescate que no llegará. Personalmente no quiero ser devorada por este grupo de nativos que ya camina para nuestros lados. Cuando era una niña y pensaba en la muerte siempre me imagine que moriría por la edad o en hogar junto a un esposo que me amara, no en una isla desierta tropical donde un grupo de primitivos nos coman vivos, los rescatistas toman acciones inmediatas, al tercer día, lo mas, deberían estar aquí, dándonos de comer y calientitos camino a nuestros hogares y familias. Como dije, no obligare a nadie a hacer nada, pero si abren la mente un poco mas y ven con mas claridad, verán lo oscuro que es lo que estamos viviendo y lo que será si su esperanza poco cristalina no aparece. Si recibo un solo voto, o ninguno, de todas maneras igual partiré, al lugar donde la tranquilidad y la paz gobierna. Los que quieran seguirme, bien por ellos, los que no, están en todo su derecho.
Todos callaron, las pocas palabras que había dicho llegaron a todos, pero la votación tenía que seguir.
-Por ultima vez, ¿Quién está a favor de la idea de marchar jungla a dentro y llegar a tal lugar?
Poco a poco la gente comenzó a levantar la mano, uno que otra persona, se notaba que no era la mitad, pero eran, la levantaban con inseguridad, pero la alzaban, indicando su confianza a Dana, eso era una de las cosas que Dana mas disfrutaba y le hacía feliz, que la demás gente le entregara su confianza, porque ella sabía que esa confianza la iba a cuidar muy bien.
-Muy bien-continuo John- ahora los que quieran quedarse aquí, esperando a los rescatistas en la costa. Alcen la mano.
Un numero muy parecido al de Dana levanto la mano, pero la levantaron con seguridad, no como en el caso de Dana, estaban decididos.
-Miren, hagamos esto fácil, los que quieran irse con esa loca, partan cuando quieran y los que no, quédense aquí-dijo como conclusión Carl.
“primera cosa inteligente que dice este hombre”-se dijo Dana a si misma.
-ya esta hecho entonces-se interrumpió Dana-mañana en la mañana partiré con los que quieran, prepárense para una excursión grande, y para los que se queden, suerte con su sueño utópico.-fueron las últimas palabras de Dana antes de irse a su tienda. La noche estaba con el cielo azulado y estrellado, el viento corría suave y fresco, así concluía el final de un capitulo, la tranquilidad estaba cada vez más cerca suyo.
Esta vez, ella estaba en un lugar hermoso, una cascada de unos cuantos metros de altura adornaba el entorno, había naturaleza por todos lados, pero no esta naturaleza como la jungla que te ahogaba, sino esta que te tranquilizaba y te relajaba, todo era perfecto, todo era paz.

XI-
La noche ya había pasado, las estrellas se habían ido y la luna había hecho su relevo con el sol. El frio matutino ya se hacía presente, todo era claro, era el día del adiós.
Todos se estaban despidiendo de todos, la gente que seguiría a Dana estaba con sus provisiones para el camino, Dana estaba lista desde la noche, tenía el sueño esperándola en la jungla, la gente comenzaba a movilizarse y entrar en calor, a lo lejos, un sol recién despertando iluminaba el cielo. La gran cruzada estaba por comenzar.
Era la hora de partir, tras abrazos y despedidas, la gente tomaba marcha para seguir el paso de Dana y adentrarse en la selvática jungla. En la un montículo de arena, se encontraba Carl, con los brazos cruzados, mirando cómo la gente se iba de poco en poco. Esa fue la última imagen de la costa, todos los que se quedaban, mirándolos, con pena y tristeza.
Ahora todo era verde, era tanto verde que no se podía respirar ni mover, pero era el camino, lo sentía y lo sabía, así fueron los primeros minutos y las primeras horas de la cruzada, hasta que el cuerpo se acostumbro a eso.

XII-

En mitad del océano, donde el horizonte se situaba en todos lados, se encontraba un helicóptero FA-314.
-Alfa 12, aquí Base, reporta tu estado- se escuchó por radio
-Alfa 12 reportándose, posición 38º 67º cubriendo zona final de rescate, llegando a posición 0.
-Entendido Alfa 12, Informe a base descubrimiento de cualquier rastro humano.
-Entendido Base.
-¡Espera!-continúo el piloto
-Base, tengo avistamiento de fuego en una isla cercana.
-Alfa 12, confirma información y reporta tus coordenadas, mandaremos refuerzos.
-Repito Base-cada vez mas exaltado-¡hemos encontrado una fogata en la costa de de una isla, coordenadas enviadas Base, espero instrucciones.
-Alfa 12, ve al blanco, necesitamos confirmar si hay vida humana.
-Entendido Base.

XIII-
El día pasó, el sol ya estaba cansado, quería irse a dormir, en el horizonte, la apuesta de sol, hermosa como siempre, iluminaba la vista de las personas que se quedaron en la costa iluminadas por una enorme fogata y lo que quedaba de sol, mientras Dana, se encontraba entrando en la desesperación, sentía que andaba en círculos, el laberinto natural le estaba ganando a ella y a su grupo. Sentía como líder la responsabilidad del grupo, estaba cansada, al igual que los otros, tenía hambre y sed, todo se había acabado, la locura comenzaba a brotarle por los poros, sentía que era el caos.
-¡maldita sea estas perdida!-grito un hombre
-¡ella sabe adónde va y tu elegiste seguirla!-la defendió Robert
lo único que hiso fue dar una mirada atrás, para ver el estado de todos, estaba sobreexplotando su cuerpo por lo que decidió hacer una 4ª parada, al reunir todos en un círculo, todos tratando de recuperar el aire, un grupo de personas semidesnudos sale de la jungla con arcos y lanzas, unas mascaras hechas de palmeras y colmillos, todos estaban gritando en su idioma, ese era el final.
Dana no podía creer lo que estaba viendo, pero después de unos segundos, una flecha salió disparada desde la jungla, llegándole directo a la tráquea, el dolor fue intenso, pero después de unos segundos, ya nada le importaba, ya no sentía ningún dolor, solo sentía tranquilidad, paz y comodidad. Estaba en el lugar donde quería, en el paraíso, donde nada podía hacerla sufrir, ya no más. La misma sensación de sus sueños ahora iba a ser eterna. La búsqueda había llegado a su fin, la paz y tranquilidad habían llegado.

Vuelta de los Titantes

Zeus lo había avecinado, Hermes lo había promulgado, ¡hasta el promiscuo Pan lo sabía!, pero ninguno de nosotros les creímos a nuestras divinidades. Nuestro error más fatal, la desconfianza. Ahora yacemos bajo el caos total, donde el cielo cae a pedazos y el fuego cubre lo que fue alguna vez el resplandor del sol. El día se transformó en noche, y la noche en oscuridad, la oscuridad en miedo y el miedo en destrucción.
El cielo cae a pedazos y nadie escucha nuestras plegarias, ¡donde estas poderoso Zeus! ¡Atenea, aparece e ilumínanos con tu poderosa e imponente inteligencia! ¡Trae la luz a nuestro mundo poderoso y bello Apolo, que nuestro mundo cae en muerte y tragedia!

Por las calles de Atenas no se escuchan más que los soplidos de las almas perdidas, los que esperan impacientemente la llegada del frio y tramposo Hades. ¡Nuestra poderosa y bella metrópolis yace ahora bajo las ruinas de lo que fue alguna vez nuestro hogar y nuestras escuelas!
¡Lástima por nuestros hijos, que no pudimos defenderlos de su destino, que no pudimos contra el desgraciado de Cronos y su hoz devoradora del tiempo y asesina del presente!, pero hay otra oportunidad de defenderlos, ¡una última oportunidad! ¡ESTA OPORTUNIDAD!
No nos queda más que asumir y pelear, que ninguno de nosotros vamos a dejar nuestra tierra donde nuestros antepasados vivieron y murieron por estos invasores prisioneros.
¡Si Zeus pudo encerrarlos en el Tártaro una vez!, ¡Nosotros también lo haremos ahora!, ¡y esta vez nos encargaremos de que no se escapen!
¡La Titanomaquia ha llegado nuevamente! Pero ahora nos toca pelear a nosotros, es hora de decir que no, y demostrar que con un corazón y una lanza, que con esperanza y valentía ¡todo se puede alcanzar!


I-
-Cesárides, ven para acá- ordenó Clautus simpáticamente a su pequeño valiente.
Atrás de ellos, se encontraba la bella Eurípides, que amamantaba a la pequeña Selene.
De repente, de un segundo a otro, la bella imagen familiar fue devastada por un ensordecedor sonido que venía de todas partes. Era grave, como si alguien hubiera tocado la alarma de guerra, pero esta era más grave, más aterradora.
Luego de que el sonido pasó, lo peor apareció de la nada. Un estruendo de disparo invadió a toda Atenas, para que luego bolas de fuego resplandecientes cubrieran los cielos y taparan la luz del sol con una oscuridad eterna, la tierra comenzó a cobrar vida y se movía de un lado a otro, destruyendo hogares, cuarteles y templos sagrados, los océanos comenzaron a inundar rápidamente las polis más importantes de Grecia, había un caos en la tierra, la pobre gea gemía de dolor y los poderosos y musculosos brazos de Atlas tiritaban ante tanta destrucción: eran los titanes, era su venganza, era la profecía del oráculo de Delfos y la palabra de los dioses, esa que ignoramos.
Tetis provocaba que el mar invadiera nuestras tierras, Mnemósine invadía nuestros recuerdos y los borraba poco a poco, Cronos incentivaba a todos con su juventud vivaz y provocativa mientras que Rea observaba como su anterior reino iba poco a poco desmonorandose para caer nuevamente en sus titánicas manos. Era su venganza, Zeus, Poseidón y Hades lo traicionaron, ¡SUS PROPIOS HIJOS!, ahora era su turno, turno de una revancha, revancha que nadie recordara.

II-
-¡Es el fin del mundo!-gritaba una madre desesperada con sus 8 hijos abrazándola fuertemente.
-¡No hay nada que podamos hacer! –gritaba otro en otra esquina
y así era como seguía el griterío de miedo y descontrol.
En la taberna más famosa de la ciudad yacían miles de persona sobrevivientes de las catástrofes, el lugar era un asco, se encontraba todo destruido y el bullicio junto con el olor a descomposición hacia del lugar, un lugar incomodo y horrible. Pero era el único lugar a salvo, al menos que los sobrevivientes de ahí conocieran. Los sonidos titánicos volvían de vez en cuando y destruían todo lo que veían a su paso, como un poderoso gigante.
En uno de los tantos sonidos asesinos, el cielo se iluminó en un destello de fuego y astros, cuando de repente la puerta principal se abre y se asoma una mujer casi desnuda con un pequeño bebe en sus manos llorando a ríos. Tenía el peinado desordenado y la cara sucia y atemorizada, sus expresiones reflejaban un miedo interminable, pero al encontrar a toda esa gente le dio una especie de seguridad y tranquilidad. Pero la luz se transformaba en una luz cada vez más potente, por lo que eso indicaba una sola cosa, la bola de fuego venia en dirección a su escondite, les había llegado la hora.
-¡ANDATE MUJERSUELA!-le gritaba la gente escondida, no querían a nadie más que les indicaran donde se encontraban a los poderosos asesinos del Tártaro. Pero no reaccionaba, ese era su lugar y ahí tenía que morir, ahí tenían que morir.
La luz cada segundo se hacía más grande y poderosa junto con el sonido demoledor de su aproximación, cuando de un segundo a otro, un hombre de mediana edad salta por detrás, toma a la joven madre y cae en los escombros de la taberna cerrando la puerta, todo esto cuando un sonido de explosión devora toda la entrada de la taberna, destruyendo a todo lo que tenía a su alrededor, pero camuflándolos aun mas entre los escombros a los pobres mortales.
El sonido ensordecedor recorrió todo el lugar, los pedazos de la entrada y el muro quedaron hechos añicos y salieron volando por todas partes y dentro de los escombros, más allá del polvo encegador, se encontraba el cuerpo de Clautus y esa bella mujer, acompañada del viviente llanto del pequeño.

III-
Luego de todo el destructor sonido, un silencio inquietante abundó la sala, todos quietos esperando que el polvo irrespirable de los escombros se fuera para poder divisar quien se atrevió a hacer semejante hazaña y ver en qué estado se encontraban aquellos nuevos visitantes. Lo único que se escuchó por ese periodo de silencio intranquilo fue el llanto de la bebé.
Luego de que la densa neblina de escombros se esfumó entre la taberna, la gente atemorizada pudo asimilar 2 figuras humanoides, eran un hombre y una mujer, eran, la nueva esperanza de la taberna.
Inmediatamente la multitud saltó de sus asientos y rincones para elogiar a los nuevos héroes, la gente de la taberna comenzó a llamarlo “Clautus, dios de la esperanza y la venganza” y la joven mujer la denominaban “Ilena, progenitora de la nueva vida”, las esperanzas habían llegado a la taberna repleta de desesperanza y tristeza. Un nuevo espasmo de luz inundaba los corazones de los refugiados y sobrevivientes de la tragedia más grande de Grecia.


IV-
-No sé porque esta gente me ve como un dios, tan solo salté para salvarme de aquella demoledora bola de fuego, sin ofenderla.-decía pasmado Clautus ante la elogia de los sobrevivientes.
-No te preocupe valiente Clautus, todos intentamos salvar nuestras vidas y tal vez por los caminos de los dioses usted de pasada salvó la mía y con o sin intención, se lo agradezco mucho.- respondió Ilena con su bebe en brazos bebiendo del vital néctar materno.
-Compréndelos tú también, salvaste mi vida, nuestras vidas-indicando al bebe- te ven como un dios, necesitamos creer en alguien.-prosiguió la joven madre.
El nombre Clautus se escuchaba en cada conversación del gran salón de la taberna, cada vez que pasaba a buscar algo, atraía la mirada de todos y causaba una sonrisa en cada individuo hambriento que reflejaba esperanza e ilusión. Esas expresiones desencadenaban una serie de sentimientos encontrados de tristeza e impotencia, inmediatamente volvía a recordar sobre el cadáver de su esposa calcinado junto a sus 2 hijos, esa imagen le quitaba las ganas de seguir viviendo causando una esperanza e ilusión falsa en la gente.
Recordaba en los bellos momentos familiares y todos los planes y les daba ganas de gritarle a toda esa gente terca que no era más que un mortal viudo buscador de su supervivencia para no desilusionarlos como le izo a su familia, pero no podía, no podía quitarles las esperanzas a toda esa gente, abuelos, niños, nobles jóvenes, madres atemorizadas por el futuro de sus hijos, simplemente no podía.
El grupo de sobrevivientes se había transformado en una gran familia, todos se ayudaban entre todos, todos comenzaron a hablar con todos y descubrir que no todo el mundo gira en torno a sus conocidos, el símbolo de unión era un lazo muy importante para que la delgada y pequeña llama de la esperanza no se apagara por completo.

-Ayúdame, Ilena, ayúdame a encontrar el mejor camino para esta gente.-le pidió desesperanzado Clautus.
-Valiente Clautus, tú mismo sabes que no nos queda otra más que ser siervos de Hades, la melancolía no….
-¡CALLA!-se escuchó el grito de Clautus por toda la habitación interrumpiendo a Ilena.
-¡Calla mujer, que la desesperanza y la tristeza han hablado por ti!, ¡tenemos posibilidades de salir vivos de aquí! ¡Los dioses nos han puesto este obstáculo para que lo resolvamos nosotros mismos y así lo haremos!-continuo gritando tratando de llenar la sala de esperanza y pasión.
-Baje la voz hombre, no llene a esta gente de falsas esperanzas y de caminos engañosos, ¿no ves que el único camino es el que nos depara?- le respondió Ilena mientras otro sonido desgarrador cubrió los cielos de un infernal rojo asesino mientras que los sonidos de los truenos y la luces de los relámpagos junto con la intensa lluvia que caía los atemorizaba cada vez mas.
-¡NO, no hay falsas esperanzas! ¡Es ahora o nunca!, ¡tenemos que demostrar lo q somos y tenemos!- a medida que Clautus daba un discurso inspirador de batalla, la gente iba parándose para observar mejor y escuchar bien lo que decía Clautus, a medida que sus palabras corrían por el salón, la gente iba llenándose de ilusiones y alegrías, alegrías de que tuvieran un nuevo líder que era un dios, un dios que vino en contra de las ordenes de los otros dioses y que vino a ayudarnos para salir de esta oscuridad demoledora y poder navegar tranquilamente por el bello mar mediterráneo, un dios que los guiaría, a la muerte.

V-
La lluvia torrencial golpeaba gota a gota el rostro de todos los jóvenes, hombres y mujeres dispuestas a pelear contra la tiranía de los titanes, estaban parados donde se ubicaba una de las tantas plazas de la ciudad, pero ahora no había más que destrucción y oscuridad.
Los truenos y relámpagos caían y caían sin cese, las bolas de fuego volaban y caían lentamente en todas partes de Atenas y Grecia, pero esos solo eran detalles, el objetivo se encontraba al frente de ellos, esperándolos, mirándolos, preparándolos.
Entre la torrencialidad, Clautus se sube a un pequeño desnivel junto a su lanza y su escudo y comienza el último discurso que diría en su vida y el ultimo que los pobres atenienses escucharan.
Zeus lo había avecinado, Hermes lo había promulgado, ¡hasta el promiscuo Pan lo sabía!, pero ninguno de nosotros les creímos a nuestras divinidades. Nuestro error más fatal, la desconfianza. Ahora yacemos bajo el caos total, donde el cielo cae a pedazos y el fuego cubre lo que fue alguna vez el resplandor del sol. El día se transformó en noche, y la noche en oscuridad, la oscuridad en miedo y el miedo en destrucción.
El cielo cae a pedazos y nadie escucha nuestras plegarias, ¡donde estas poderoso Zeus! ¡Atenea, aparece e ilumínanos con tu poderosa e imponente inteligencia! ¡Trae la luz a nuestro mundo poderoso y bello Apolo, que nuestro mundo cae en muerte y tragedia!

Por las calles de Atenas no se escuchan más que los soplidos de las almas perdidas, los que esperan impacientemente la llegada del frio y tramposo Hades. ¡Nuestra poderosa y bella metrópolis yace ahora bajo las ruinas de lo que fue alguna vez nuestro hogar y nuestras escuelas!
¡Lástima por nuestros hijos, que no pudimos defenderlos de su destino, que no pudimos contra el desgraciado de Cronos y su hoz devoradora del tiempo y asesina del presente!, pero hay otra oportunidad de defenderlos, ¡una última oportunidad! ¡ESTA OPORTUNIDAD!
No nos queda más que asumir y pelear, que ninguno de nosotros vamos a dejar nuestra tierra donde nuestros antepasados vivieron y murieron por estos invasores prisioneros.
¡Si Zeus pudo encerrarlos en el Tártaro una vez!, ¡Nosotros también lo haremos ahora!, ¡y esta vez nos encargaremos de que no se escapen!
¡La Titanomaquia ha llegado nuevamente! Pero ahora nos toca pelear a nosotros, es hora de decir que no, y demostrar que con un corazón y una lanza, que con esperanza y valentía ¡todo se puede alcanzar!, ¡TODO!-gritó Clautus mientras se dirigía a su muerte corriendo como su la muerte lo viniera persiguiendo y llorando debido a que las imágenes de Eurípides chamuscada y Selene en sus brazos asesinada por las brasas le devoraban toda su alma, las imágenes de Cesárides jugando con él en la plaza lo ahogaban de resentimiento y dolor, pero hora había llegado el final se decía el mismo, había llegado, el final.

sin titulo 1 :B

“Si tan solo asumiéramos lo insignificantes que somos
todo sería completamente distinto”



-Fernanda, cariño, ¿puedes ir al supermercado a comprar leche y pan?
-¡No, que vaya Paula! , ¡Yo ya fui ayer al super!-respondió Fernanda a la invitación poco grata de su madre.
-Si, tienes razón, ¡Paula!-grito María para el segundo piso- ¡baja!
Los rápidos pasos de Paula bajando la escalera se sintieron de repente y en menos de 10 saltos, Paula yacía en el comienzo de la escalera con una sonrisa de oreja a oreja.-¿si mami?-pregunto ella con tono alegre y juguetón. -Amor, acompaña a tu hermana al supermercado, no quiere ir sola.
-¡No es que no quiero ir sola!, ¡simplemente no quiero, fui ayer!
-¡aunque vayas todos los días!-respondió su madre como jugando con sus quejas sin argumento.-vamos cariño, son solo 3 cuadras, te prometo que a la vuelta te tendré una pequeña sorpresita- casi susurrando y con una mano n la boca para que no escuchara ni su padre ni su hermana dijo- ¡pie de limón!, ¿qué me dices eh?
-¡solo por esta vez!, vamos Paula, quiero estar temprano en casa.
-¡SIIII!-grito y gozó de alegría Paula- ¡será como una aventura! ¡Tú y yo contra los ladrones y piratas que se nos topen en nuestro viaje! Gritaba con una alegría que se contagiaba.
Y así partieron rumbo al supermercado las gemelas treceañeras, Paula saltaba de alegría y decoraba cada esquina con su sonrisa infantil e inocente, y a su lado se encontraba Fernanda, caminando de los más tranquila mirando los alrededores y observando cada detalle del entorno que los rodeaba, la casa de la Sra. Montgomery, el hermoso patio de la familia Gonzales y la plaza central donde todos los niños junto a su hermana se juntaban a jugar e imaginarse mundos llenos de magias y caballeros, de dragones y misterios por resolver, pero ella no. Ella prefería estar en casa viendo noticias o escribiendo, escribiendo cosas solo para ella, escribiendo cosas personales y secretas.
-¡Somos un equipo!- Comentaba a su hermana saltando a la vez-¡un gran equipo!
Luego de 10 minutos caminando, algo inusual distinguió Fernanda en el camino. Una persona, según ella de unos 18 años, estaba siendo atacado por otro individuo, un poco mayor. Los gritos eran enormes y Fernanda no podía creer que entre tanto griterío nadie se asomara a ver lo que estaba pasando.-¿Qué esta pasando?-preguntó Paula asustada aferrándose a su hermana. –Caminemos por la otra vereda mejor-respondió su hermana igual de asustada. Al cruzar la calle, pusieron paso firme para llegar a su destino donde estarían a salvo.
-¡DAME TUS COSAS DESGRACIADO!- gritaba uno de los personajes.
-¡PRIMERO MUERTO!- contestaba el otro.
-¡COMO QUIERAS!- y acto seguido desenfundó un arma, una pistola col. 9mm. Ese símbolo de represión estaba apuntando en la cara al joven víctima.
-wouwouwou- dijo con tono de asombro y miedo- el joven, acto seguido, levantó las dos manos indicando que no quería hacer nada ni tenía nada, que se rendía ante el cañón asesino que irradiaba miedo y poder, que se sometía ante el peligroso roba almas.
Paula y Fernanda seguían caminando rápidamente por la vereda de al lado, afortunadamente el ladrón ni el pobre joven las vieron, por lo que siguieron manteniendo la calma. Las 2 niñas trataban de contener el miedo y la curiosidad, evitando mirar donde no tenían que mirar, pero la curiosidad ganaba de vez en cuando, asomaban la cabeza y luego la volvían a esconder entre sus hombros delgados y de infantes.
Luego de unos segundos, El joven asaltado comete su último acto, el movimiento más estúpido que en su vida ha hecho. Segundos después de que el asaltante desenfundara el arma, el pánico toma control del pobre joven, obligándolo a empujar a su asaltante y salir corriendo, el empujón fue bastante bueno, pero no lo suficiente para darle tiempo al pobre muerto a correr, en ese mismo instante, las gemelas Herrera asomaron sus pequeñas cabezas para ver que estaba pasando y de un segundo a otro, un sonido ensordecedor se escuchó en todo el vecindario.
Fernanda y Paula se abrazaron mutuamente y salieron corriendo a su casa, debido a que el asaltante salió corriendo en dirección al supermercado. Paula no tenía ninguna expresión, su mirada estaba pérdida y desolada, inmediatamente perdió su bello bronceado que había tenido desde chica, ahora parecía un fantasma triste caminando sin rumbo por av. Los lúpidos.
Su hermana corría y corría sin cese, sentía como su corazón se le asomaba con cada latido y las imágenes de la tragedia se le venían a la cabeza una y otra vez, pero no podía parar, tenían que llegar a su casa, tenían que estar a salvo.
No se demoraron ni siquiera la cuarta parte que se habían demorado en llegar a donde llegaron. Ahora se encontraban las 2 abrazadas en la entrada de la puerta tocando la puerta como desesperadas. Los segundos que se demoraron en abrir la puerta, fueron como milenios para Fernanda, miraba a su hermana que miraba al suelo sin expresión alguna, sin decir ninguna palabra desde el incidente, toda la alegría y entusiasmo de su “aventura” se había desaparecido junto al sonido demoledor del revólver.
Se notaba atreves del vidrio de la puerta que había alguien en el otro lado, o por lo menos acercándose, esa noticia le dio una alivio inmenso a Fernanda, que traía a su hermana al lado suyo ayudándola a caminar. Al abrir la puerta, el llanto se transformó en desesperación y la desesperación en miedo, pero ahora estaban en casa, a salvo.

-Fernanda, lo que viviste no lo vive cualquier persona, ni menos a tu edad.- le decía la psiquiatra Ramírez, Valentina Ramírez.
-¿Es parte del ciclo no?- le contestaba Fernanda recuperada del incidente- todos tenemos que morir alguna vez, al tipo le toco esa día, a todos nos toda algún día.
-Esa es una mirada muy madura de tu parte, si, tienes razón, a todos nos toca algún día, pero no con esa cantidad de violencia.
-Sra-dijo Fernanda- vivimos entre violencia y miedo, esa es nuestra realidad, o por lo menos una parte de ella, en todo el mundo hay robos, hay muertes, hay guerras, hambrunas, desastres naturales, etc.- simplemente no podemos evitarlo, tiene que pasar, es parte de la naturaleza.
-Valentina se echó para atrás en su sillón y dio un suspiro notorio sorprendida de la madurez de aquella niñita.
-Sra- retomó la palabra Fernanda- No somos nadie para evitar lo que tiene que pasar, si pasa, pasa por algo, y no tenemos ninguna capacidad para evitar o avecinar lo que viene o nos depara el futuro y la naturaleza. Tan solo somos peones de la naturaleza, huéspedes de sus terrenos, simplemente sembramos lo que cosechamos. Somos servidores de nuestras consecuencias. Todos tenemos que morir. La cuestión es cuando y como.
La mirada fría y dura que tenia Fernanda le llegaba a dar miedo, un pequeño escalofrío recorrió el cuerpo de la psiquiatra.
-Okey, ¿te parece que lo dejemos hasta acá?
-bueno-respondió Fernanda con una sonrisa tierna, se paró de su asiento con un salto, se fue a despedir y luego a la puerta caminó. Pero antes de abrir la puerta le preguntó a la psiquiatra.
-Sra. Ramírez, ¿mi hermana se va a poner mejor?- preguntó con tono de de desesperanza y tristeza.
La cara de tristeza y de cierta… humanidad en su rostro, enterneció a la psiquiatra, obligándole a decir, una enorme mentira.